El tendón de Aquiles: tipos de lesiones y tratamiento
El tendón de Aquiles es el tendón del tríceps sural, el cual está formado por los músculos gastrocnemios (los gemelos) y el sóleo, y se inserta en la parte posterior del hueso calcáneo. Mide unos 10 centímetros de largo y uno de ancho en su sección más circular
La función principal de dicha musculatura y la del tendón es la flexión plantar del tobillo, haciendo que nos impulsemos cuando caminamos, corremos o saltamos. Hay que subrayar que es el tendón más potente del cuerpo humano, siendo capaz de soportar fuerzas de hasta 10 veces el peso corporal.
Los problemas del tendón de Aquiles vienen derivados por el sobreuso, el sedentarismo y algunas enfermedades reumáticas, vasculares o neurológicas, entre otros factores.
A continuación te explicamos cuáles son los tipos de lesiones del tendón de Aquiles.
Tipos de lesiones del tendón de Aquiles
Las lesiones del tendón de Aquiles se pueden clasificar en dos grupos:
Tendinopatías: anteriormente también recibían la nomenclatura de tendinitis o tendinosis, aunque estos son términos en desuso que describen un tipo de alteración muy concreto que se da en determinados momentos de una lesión. El concepto de tendinopatía es el proceso de degeneración del tendón que puede cronificarse y cursar puntualmente con etapas inflamatorias.
La causa más común de este tipo de problemas es el sobreuso, apareciendo también en personas sedentarias de mediana y avanzada edad con mayor prevalencia en diabéticos y personas con obesidad. Las alteraciones en la pisada durante la marcha o un mal patrón deportivo también puede producir tendinopatías por repetición.
En la mayoría de los casos las tendinopatías se solucionan realizando un tratamiento conservador, aunque existen algunas opciones quirúrgicas para disminuir el daño en el tendón.
Rotura del tendón: las roturas suelen ocurrir con mayor frecuencia durante la práctica deportiva (hasta un 80%), mientras que en torno a un 10 % de los pacientes reflejaban un problema previo en el tendón. Las roturas suelen ser, por tanto, agudas y muy incapacitantes, debiendo ser tratadas en la mayoría de los casos mediante intervención quirúrgica.
Tipos de tendinopatías de Aquiles
Dentro de la clasificación de las tendinopatías encontramos dos tipos principales:
Tendinopatía no insercional
El proceso patológico suele asociar siempre una inflamación crónica y engrosamiento de la vaina del tendón o peritendón (peritendinitis crónica), más una degeneración del tejido conectivo en el cuerpo del tendón (tendinosis).
La sintomatología de este tipo de tendinopatía es el dolor crónico en el tercio medio del tendón.
Tienen un fácil diagnóstico apareciendo dolor a la palpación, engrosamiento fusiforme del tendón y/o presencia de nódulos. En algunos casos de peritendinitis aguda puede aparecer crepitación durante el movimiento.
Los métodos de diagnóstico por imagen más utilizados para esta afección son la ecografía y la resonancia magnética, los cuales ayudan a definir el estado del tendón, valorar si hay alguna rotura, observar si hay un engrosamiento del peritendón y aumento o no de líquido entre este y el tendón.
El descanso puede hacer que los síntomas mejoren, pero cada vez que se vuelve a una actividad normal, estos reaparecen e incluso empeoran.
Tratamiento de la tendinopatía aquílea no insercional
Durante la fase aguda, los primeros días, el tratamiento debe basarse en medidas conservadoras de aplicación de frío, elevación del miembro inferior, compresión y reposo con modificación de la actividad. Durante esta fase puede ser una buena alternativa mantener cierto nivel de actividad en bicicleta, piscina o bici elíptica.
El tratamiento que ha demostrado una mayor eficacia ante las tendinopatías de Aquiles no insercionales es la realización de una pauta de ejercicios excéntricos que deben hacerse a diario con carga progresiva durante 6 a 12 semanas para evitar posibles recaídas.
El ejercicio más básico y fácil de realizar consiste en subir en el borde de un escalón con los dos pies separados a la anchura de las caderas hasta ponernos de puntillas, y desde arriba bajar lentamente con una sola pierna que es la que trabajará en excéntrico la musculatura y ayudará a una mejor recuperación del tendón. Este ejercicio puede hacerse de 1 a 3 veces al día, realizando en cada ocasión de 3 a 4 series por 10 a 15 repeticiones.
En fases crónicas o recidivantes, pueden utilizarse infiltraciones ecoguiadas con ácido hialurónico y corticoides en el espacio peritendinoso, siendo muy efectivas también por su efecto sobre los planos adheridos y fibrosados de la grasa de Kager.
Casos más complejos
En algunos casos más complejos se pueden utilizar terapias como la diatermia, las ondas de choque o las técnicas de electrolisis percutánea. La combinación ondas de choque con ejercicios excéntricos ha demostrado ser superior a cada uno de estos tratamientos por separado.
Tendinopatía insercional
En este caso, el dolor aparece en la parte más distal del tendón, en la zona de inserción en el calcáneo. En este punto también puede existir degeneración del tendón (tendinosis), inflamación de la bursa retrocalcánea (bursitis aquílea) e incluso alguna rotura parcial del tendón.
A veces puede generarse una calcificación intratendinosa con aspecto de espolón a nivel de la inserción (tendinitis o entesitis calcificada del tendón de Aquiles). Cuando el borde superior del calcáneo se hace más prominente se denomina deformidad de Haglund y cuando este factor produce el desarrollo de la inflamación y degeneración del tendón hablamos de enfermedad de Haglund.
Al igual que en la tendinopatía no insercional sus causas pueden ser el sobreuso o el sedentarismo.
Tratamiento de la tendinopatía aquílea insercional
Durante los primeros estadios de dolor, se recomienda reposo, frío local y la toma de antiinflamatorios para aliviar y mejorar los síntomas.
De nuevo, el tratamiento de fisioterapia es fundamental para contener y mejorar los síntomas, así como para acelerar la recuperación de la lesión.
En este tipo de tendinopatía, los ejercicios excéntricos han demostrado peores resultados y no deben hacerse en escalón sino en el plano del suelo, sin que el talón baje más de la altura del resto del pie.
Para poder examinar mejor esta zona, es fundamental realizar una radiografía lateral del calcáneo con el pie en carga, de tal manera que podremos observar la forma del calcáneo y la existencia o no de calcificaciones. Para poder apreciar la bursa y el tendón se deberá realizar una ecografía o resonancia magnética.
La cirugía será el método de tratamiento a elegir en casos de calcificación importante del tendón o de enfermedad de Haglund. Y en el caso de la bursitis, esta puede tratarse mediante infiltración con corticoides, aunque no se recomienda repetir este tratamiento en más de 3 ocasiones.
Después de la cirugía y dependiendo de cada caso, puede ser necesaria la inmovilización con una férula durante unos días. La carga debe realizarse de forma progresiva, al igual que la vuelta a la actividad normal, pudiendo retomarse empezando con bicicleta, piscina y fortalecimiento muscular.
Rotura del tendón de Aquiles
Los casos de rotura del tendón de Aquiles son más frecuentes durante la realización de una actividad física siendo más prevalentes las roturas completas.
La sintomatología es la aparición de dolor agudo e intenso, con la sensación de haber recibido un golpe en la zona. Cuando el tendón se rompe, no se puede continuar con la actividad ni apenas caminar.
Se ha evidenciado que la degeneración del tejido del tendón (tendinosis) es un factor fundamental que favorece la rotura del mismo.
Para diagnosticar la rotura normalmente es suficiente con la información que da el paciente y la exploración física. Como métodos de diagnóstico por imagen se utilizan habitualmente la ecografía o resonancia magnética, de tal manera que podamos conocer exactamente cómo se encuentra el tendón.
Tratamiento de la rotura del tendón de Aquiles
El tratamiento quirúrgico es el más indicado y satisfactorio. La reparación abierta es la técnica que ofrece unos mejores resultados de cara a la vuelta a la actividad, sobre todo en deportistas. Casi siempre es posible una reparación termino-terminal del tendón, suturando de forma adecuada ambos cabos.
En algunos pacientes con gran degeneración o desestructuración del colágeno, puede ser necesario utilizar injertos de colágeno, o plastias de la fascia del tríceps o el tendón del músculo delgado plantar.
Por otra parte, la cirugía percutánea aporta la ventaja de menor incisión quirúrgica pero esta técnica estaría indicada solamente para pacientes que no realicen una alta actividad deportiva.
La recuperación en carga se realiza en los primeros 4 meses y el nivel previo puede tardar en conseguirse hasta 1 año, consiguiéndose en un gran porcentaje de casos.
La rehabilitación es fundamental para conseguir un buen resultado.
Complicaciones de la cirugía del tendón de Aquiles
Entre las complicaciones que podemos encontrar están:
Las postoperatorias: infecciones, trombosis, dehiscencia o separación de la herida, y las tardías: re-ruptura, pérdida de fuerza o limitación de la flexión dorsal del tobillo.
En todos los casos es muy importante detectar a tiempo los posibles procesos de degeneración del tendón de Aquiles.
Además, el tratamiento de fisioterapia es fundamente para controlar el avance de la lesión, mejorar el control motor y potenciar la musculatura.
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Fuentes: Sociedad Española de Traumatología en el Deporte y Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU.