Dolor de espalda: Cervicalgia
- publicado por Lucía Hernández Stender
- Categorías Blog, Dolor
- Fecha 14 junio 2020
Cervicalgia
Cuando hablamos de cervicalgia, nos referimos al dolor en la zona cervical, es decir, en el cuello. La región cervical de la columna está constituida por 7 vértebras.

Para su estudio, se suele dividir en dos zonas: suboccipital y cervical baja.
Columna cervical suboccipital
Está formada por las dos primeras vértebras de la columna, denominadas C1 o atlas y C2 o axis. Ambas tienen una forma y función particular.
El atlas tiene forma de anillo. Esta vértebra, se divide en dos partes, a través de un ligamento. En la parte anterior encaja la siguiente vértebra, el axis, y por su parte posterior pasa la médula espinal. En su parte superior, el atlas se une al hueso occipital, su articulación asemeja a una mecedora, por lo que sus principales movimientos son los de flexión y extensión, decir “sí” con la cabeza.
La segunda vértebra cervical, llamada axis, sí tiene la forma típica de una vértebra, aunque con una pequeña variación: de la zona superior de su cuerpo sale una apófisis, o una especie de “diente” que se aloja en la parte anterior de C1. Así, el atlas se apoya sobre el axis y gira en torno a su apófisis, permitiendo movimiento de rotación de la cabeza sobre el cuello, como cuando decimos “no” con la cabeza.
Columna cervical baja
Está formada por las 5 vértebras restantes, de C3 a C7.
Sus cuerpos son pequeños, tienen forma rectangular y sus salientes posteriores tienen diferentes longitudes, siendo más grandes en las vértebras C6 y C7, por lo que podemos notar esta prominencia al tocar la parte baja de nuestro cuello.
Esta zona tiene una gran movilidad.

¿Qué causa el dolor cervical?
El dolor cervical es un motivo frecuente de consulta médica en atención primaria, se estima que en torno a un 35% de la población sufrirá dolor cervical en algún momento de su vida.
La causa más frecuente suele ser la afección muscular, por sobrecarga, pérdida de fuerza, o posturas mantenidas y/o inadecuadas. Sin embargo, también podemos sufrir dolor cervical por disfunciones articulares de las propias vértebras cervicales y de articulaciones adyacentes, como el hombro y la mandíbula, por compresión de las raíces nerviosas o la médula espinal, por factores psicológicos, por traumatismos, entre otros.
Por ello, siempre se recomienda acudir al profesional sanitario correspondiente para una valoración adecuada, y así descartar lesiones graves.
¿Cuáles son sus síntomas?
Su síntoma más habitual es el dolor y dificultad para mover el cuello, que se puede extender hacia la cabeza, los brazos y la zona dorsal. Además, la cervicalgia puede estar acompañada por cefaleas, nauseas, mareos, adormecimiento y/u hormigueo en brazos, antebrazos y manos, e incluso de una sensación de peso sobre el cuello y los hombros.
El dolor puede aparecer de forma gradual, aumentando progresivamente con el paso de las horas o los días, o de forma repentina e intensa.
En los casos más graves, además podemos encontrar una pérdida de fuerza y/o sensibilidad en las extremidades superiores.
¿Y si se me duermen las manos?
En algunas ocasiones, el dolor cervical puede estar acompañado por hormigueo y/o adormecimiento de las extremidades superiores, sobre todo de una o ambas manos.
Estas sensaciones suelen ser signo de una compresión nerviosa, que puede estar causada por la musculatura, que ante sobrecarga e inflamación termina comprimiendo alguna raíz nerviosa, o puede deberse a un “pinzamiento” causado por deformidades vertebrales, lesiones ligamentosas o lesiones del disco intervertebral.
En cualquier caso, se recomienda acudir al profesional sanitario adecuado para una valoración completa, y, si fuera preciso, la realización de pruebas complementarias, como radiografía o resonancia magnética, para descartar lesiones importantes en la columna cervical.
¿Has oído hablar del latigazo cervical?
Seguro que, en algún momento, todos hemos oído el término “latigazo cervical” o “whiplash”. En los accidentes de tráfico, y algunos accidentes deportivos, comúnmente se producen lesiones en la columna cervical por traumatismos, que terminan desencadenando dolor y alteraciones en la movilidad del cuello.
En la mayoría de los casos, la causa es el latigazo cervical, o esguince cervical, una lesión de los ligamentos y la musculatura y de la región cervical, producida por un movimiento de flexión-extensión forzado del cuello.
En España, se estima que en torno al 15% de las personas que sufren un accidente de tráfico presentan un esguince cervical, siendo la cuarta causa más frecuente de incapacidad laboral.
Sus síntomas coinciden con los de la cervicalgia, aunque en algunos casos puede aparecer dolor en zonas distales del cuello. En la mayoría de los pacientes, con el seguimiento y tratamiento adecuado, se soluciona en 3 meses.
¿Qué debo hacer si tengo dolor cervical?
Como hemos dicho anteriormente, el primer paso es acudir al profesional sanitario correspondiente, para conocer el motivo de nuestro dolor y descartar causas graves.
Si la causa fuese una alteración en la motricidad o sobrecarga muscular, podremos seguir las recomendaciones generales:
- Evitar posturas forzadas y prolongadas. El dolor cervical se suele asociar a situaciones en las que se debe mantener la flexión y rotación del cuello, como leer, coser, hablar con el teléfono apoyado en el hombro, o conducir cierta maquinaria. En algunas ocasiones, estas posturas no se pueden evitar, por lo que se recomienda parar la actividad al menos 5 minutos cada hora, levantarse, mover todo el cuerpo y estirar la espalda, para prevenir sobrecargas por posturas prolongadas.
- Seguir unas normas adecuadas de ergonomía e higiene postural. Al igual que para la zona dorsal, se recomienda colocar la pantalla del ordenador a la altura de la vista; para llevar mochila, se recomienda que sea de tirantes anchos y ajustar los tirantes para que quede justo detrás de nuestra espalda; o evitar dormir boca abajo. Consulta nuestro post sobre higiene postural clicando aquí para más información.
- Evitar el sedentarismo. Un estilo de vida activo, y el mantenimiento de la fuerza muscular, supone un factor protector ante dolores y lesiones musculoesqueléticas. Guardar reposo prolongado, incluso en la presencia de dolor, puede empeorar nuestro estado físico. Para mejorar la fuerza en la zona cervical, se aconseja seguir las pautas de un profesional adecuado, nuestro médico o fisioterapeuta, ya que la realización de ciertos movimientos, como las rotaciones de cuello y cabeza, sin saber si son adecuadas para nuestro caso en particular, podrían empeorar nuestros síntomas.
Y si tienes dudas, no olvides consultar a un profesional sanitario adecuado ¡Estamos aquí para ayudarte!
#Saluteca
Imágenes: Frank Netter y Freepik
Directora de Operaciones de SALUTECA.
Doctora en Ciencias de la Salud. Fisioterapeuta, profesora e investigadora. Máster en Neurocontrol Motor. Docente en la Universidad Europea de Canarias.
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