El Sistema Nervioso Periférico
Siguiendo con nuestro post anterior sobre el Sistema Nervioso, recordamos que este se divide, de forma anatómica, en Central y Periférico.
El Sistema Nervioso Periférico está formado por terminaciones nerviosas que reciben información de nuestros sentidos y transmiten información motriz.
Estos nervios se encargan de relacionar el Sistema Nervioso Central con otras partes de nuestro cuerpo, a través de numerosas fibras que funcionan como pequeños cables y que se ramifican por todo nuestro organismo.
¿Cómo se organiza el Sistema Nervioso Periférico?
Las fibras nerviosas se pueden clasificar en aferentes y eferentes.
Las terminaciones aferentes están formadas por receptores sensitivos, que perciben todos los cambios de nuestro entorno y del interior de nuestro propio cuerpo. La sensibilidad que perciben puede ser de dos tipos: especial o general.
La sensibilidad especial sería la vista, el olfato, el oído, el gusto y el equilibrio (Sí, el equilibrio se puede considerar un sentido también).
La general es la información de la piel sobre tacto, presión, temperatura y dolor, la información sobre el movimiento y la posición de la musculatura, tendones y articulaciones, y la información sobre nuestras vísceras.
Las terminaciones eferentes son las encargadas de llevar las órdenes del Sistema Nervioso Central para controlar la actividad de la musculatura y de las glándulas de nuestro organismo.
Seguramente el concepto “nervio” sea más utilizado o más conocido.
Los nervios periféricos son todas las ramas que conectan la médula espinal con el resto del cuerpo. Son los llamados nervios espinales y craneales y sus ramificaciones. Un nervio está formado tanto por fibras aferentes como eferentes.
Un ejemplo sería el nervio cubital, ese que nos hace sentir un calambre muy fuerte en el antebrazo cuando nos damos un golpe en la parte externa del codo.
Estos nervios se pueden unir entre ellos y redistribuirse, formando lo que conocemos como plexo. Por ejemplo, tenemos el plexo braquial, donde se unen ramas de los nervios que salen desde las vértebras cervicales de la columna vertebral.

Los nervios periféricos también se asocian a un ganglio, una estructura situada fuera del Sistema Nervioso Central, donde se puede encontrar el cuerpo de la neurona que lleva la información sensorial.
Pero, ¿Estas fibras viajan al descubierto por todo nuestro cuerpo?
No, las fibras nerviosas están envueltas por una membrana protectora, además de por una capa aislante de grasa llamada vaina de mielina.
La mielina no solo tiene una función protectora, esta capa facilita la transmisión de los impulsos eléctricos, al aislar el nervio hace que la información viaje de una forma más rápida y eficaz.

¿Qué funciones tiene el Sistema Nervioso Periférico?
Sus funciones son percibir toda la información sobre lo que ocurre en nuestro entorno y en el interior de nuestro organismo, transportarla hasta el Sistema Nervioso Central y llevar las órdenes para controlar la actividad de la musculatura y de las glándulas de nuestro organismo.
¿Qué ocurre si se lesiona un nervio?
Los nervios se pueden dañar por procesos degenerativos, por traumatismos, por compromisos articulares o por tumores, entre otras causas.
Procesos degenerativos
En cuanto a los procesos degenerativos, existen enfermedades sistémicas, infecciones y enfermedades inmunes que pueden atacar a nuestro Sistema Nervioso Periférico.
Entre ellas destacan las neuropatías desmielinizantes, enfermedades en las que nuestro propio organismo ataca y destruye la vaina de mielina que recubre los nervios periféricos.
La pérdida de la mielina causa la disminución en la velocidad de transmisión de los impulsos nerviosos, o incluso la imposibilidad de transmitir cualquier información.
Una de las enfermedades desmielinizantes más agresivas es la Esclerosis Múltiple, en la que se pierde la mielina en muchas áreas y queda una cicatriz llamada esclerosis.
Dependiendo de los nervios lesionados tendremos unos síntomas u otros, pero los más comunes en esta enfermedad suelen ser una sensibilidad anormal o reducida, alteraciones visuales y pérdida progresiva de fuerza muscular de las zonas más afectadas. En nuestro post sobre la Esclerosis Múltiple podrás encontrar más información.
Lamentablemente, en estos casos aún no existe un tratamiento curativo que consiga revertir la lesión del Sistema Nervioso, pero la ciencia sigue investigando.
Lesiones por traumatismo
En cuanto a las lesiones por traumatismo podemos nombrar los accidentes de tráfico.
En un accidente de moto, por ejemplo, el golpe recibido en el hombro y el cuello puede arrancar el plexo braquial, lo que genera la pérdida de fuerza y sensibilidad de la extremidad superior afectada.
La parálisis braquial obstétrica también es un ejemplo claro de lesión traumática. En el momento del parto se puede producir un estiramiento excesivo del plexo braquial por tirar demasiado del niño por un brazo. Esto causa una flacidez y una disminución o pérdida de la movilidad del brazo.
Cuando una fibra nerviosa periférica se rompe por completo, su extremo se degenera y muere, lo que causa la pérdida de la movilidad y la sensibilidad de la que se encargaba ese nervio.
Sin embargo, la parte del nervio que permanece conectada al Sistema Nervioso, puede recuperar y regenerarse si recibe el tratamiento adecuado. Además, si se consiguen alinear los extremos del nervio roto, se pueden generar nuevas fibras que consigan unir de nuevo el nervio y recuperar progresivamente sensibilidad y fuerza.
No cabe duda de que el Sistema Nervioso Periférico es una parte fundamental de nuestro organismo, pues forma la vía principal de comunicación entre el encéfalo, la médula y el resto de nuestro cuerpo.
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